martes, 26 de mayo de 2015

Disco de la semana (22) : Time Out - Dave Brubeck Quartet




Jazz me vale: The Dave Brubeck Quartet

Tras el varapalo que supuso mi aproximación al mundo del bajista Jaco Pastorius (demasiado pronto para acercarme a su puerta, por lo que me han comentado mis asesores) mi entusiasmo por el jazz aumenta su intensidad con la genialidad que exuda "Time out", el disco que en 1959 lanzara al mercado el pianista Brubeck con Paul Desmond, Joe Morello y Eugene Wright completando el cuarteto.
Si "Kind of blue", de Miles Davis, del que hablé aquí hace unos meses, es el mejor disco de Jazz de la historia casi sin controversia doctrinal, "Time out" es, sin duda también, el mejor disco para empezar a escuchar Jazz. Puede parecer lo mismo, pero, sin duda, no lo es.

Mientras que la genialidad de Miles Davis entra a través de la piel, en extensos desarrollos instrumentales improvisados sobre unas bases muy marcadas, la música de Brubeck es mucho más directa, no requiere de largas exposiciones y hace de los cambios de ritmo- incluso dentro del mismo tema- su seña de identidad más pronunciada. Quien odia el Jazz y carece de paciencia, escuchará "A kind of blue" y seguirá odiando el Jazz. Si se decanta para empezar el camino con "Time out", es muy posible que se le gane para la causa.

Además, la escucha del álbum de Brubeck es perfectamente compatible con cualquier estado de animo, cosa que no ocurre con el melancólico disco de Miles Davis, que, en según que circunstancias, puede caer como una losa sobre el oyente. Por el contrario, la descomunal mezcla de ritmos y compases de "Time out" entra con suma facilidad y sus guiños al vals, la música étnica o el swing, unidos a las maravillosas melodías creadas para la ocasión, convierten su escucha en un plato sumamente apetecible en cualquier circunstancia.

Los siete temas incluidos en el álbum son portentosos y aguantan el tipo frente a sus compañeros de surco. "Blue Rondo a la turk" con su ritmo étnico acelerado y sus estructuras clásicas es un primer plato suculento que contrasta con la lánguida y hermosa "Strange Meadow Lark". La melancolía dura poco y, en seguida empieza el celebérrimo "Take five", un clásico entre los clásicos, una canción de las que marcan época y que curiosamente, es la única del disco que no compuso Brubeck sino el saxofonista Paul Desmond. Les dejo una maravillosa versión en directo un poco más abajo.

Apenas recuperado de la impresión los aires de optimismo y energía positiva se intensifican con "Three to get ready" y, sobre todo, la maravillosa "Kathy's Waltz" que lleva alojada en mi cabeza desde hace semanas y no parece querer mudarse- también se la dejo al final de la entrada. El disco se acaba, pero aún queda "Everybody's jumpin'"- que, a pesar del nombre es sosegada y donde el piano de Dave Brucket se luce con entusiasmo- y la coda final con "Pick up sticks", que pone un brillante colofón a un álbum como pocos: intenso, hermoso, melódico y con cuatro virtuosos dando lo mejor de si. Si estaban esperando una oportunidad para entrar en el Jazz, háganlo de la mano de The Dave Brubeck Quartet y "Time out". Verán que el camino no es tan complicado como parecía.

                                                                                      Tarquin Winot
                                                                                       Mayo 2013























martes, 19 de mayo de 2015

B.B.King

Muere a los 89 años B. B. King, la gran memoria del ‘blues’

El abogado del artista anuncia su fallecimiento en Las Vegas

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FOTOLOGALERÍA | UNA VIDA EN 'BLUES'El guitarrista, en una imagen de 2010, durante una visita a Madrid. / Atlas / Claudio Álvarez
Musicalmente hablando, es como si al mundo le quitaran, casi definitivamente, una parte de su memoria. Se va uno de los últimos grandes padres fundadores del blues, un hombre que creó un nuevo lenguaje con la guitarra eléctrica, pieza esencial en la arquitectura de la música popular del siglo XX. Se va algo más que un simple músico. Porque B. B. King, muerto a los 89 años, representaba un modo de vida y de creación musical en Estados Unidos.
El músico desfalleció el pasado octubre durante un concierto y tuvo que cancelar el resto de la gira también por deshidratación y agotamiento provocados por la diabetes que le fue diagnosticada hace más de dos décadas. Desde entonces, su estado de salud no hizo más que empeorar.
Nacido en el seno de una familia pobre, en una diminuta cabaña de un pueblo de Misisipí, su primera experiencia musical llegó a los 12 años cuando formó parte de un grupo vocal de gospel y el predicador le enseñó sus primeros acordes con una guitarra. Entonces, recogía algodón en una granja de la ciudad de Lexington. Luego, lo hizo en Indianola durante los primeros años cuarenta.
Con su famosa Lucille —nombre que dio a su inseperable guitarra Gibson— y un puñado de dólares en el bolsillo, se mudó en 1946 a Memphis, la ciudad que poco después alumbraría a Elvis Presley, donde a finales de los cuarenta y principios de los cincuenta desarrolló un estilo único: mezclaba el sonido rural del campo con la vitalidad eléctrica de la ciudad. Allí se convirtió en el rey de la calle Beale e hizo avanzar el blues. Le otorgó en esos primeros años un carácter particular y asombroso. Canciones como I’ve Got a Right To Love My Baby, Please Love Me, Three O’Clock Blues, Sugar Mama o Gotta Find My Baby, eran composiciones que muestran un blues nada convencional, donde había orquesta de metales que le alejaban del prototipo del músico primitivo del Mississippi pero sin perder las raíces de su tierra. Con su voz aguda y el poder de su guitarra, era el medio camino perfecto entre Mississippi y Chicago, entre lo rural y lo urbano, entre el Génesis y el Nuevo Testamento del blues.
Fue el sonido del blues moderno, que más tarde explotó en Chicago y marcó a toda la generación el rock'n'roll de los sesenta. Tuvo grandes discípulos blancos como Eric Clapton o Mike Bloomfield. Los Rolling Stones, fascinandos por el cancionero de los primeros bluesmen originales, se lo llevaron de gira. De telonero, con ellos dio alguno de los miles de conciertos que tenía en su hoja de ruta. Porque B. B. King, que ansiaba sacarse el mayor dinero posible a través del blues locuaz y contagioso de su guitarra, se tomó por costumbre hacer más de 250 actuaciones al año. En España, se le pudo ver en varias ocasiones, entre ellas con Raimundo Amador.
De alguna forma, en las últimas dos décadas quedó etiquetado como el gran embajador del blues clásico, de ese sonido primigenio que sonaba más real y absorbente que en ningún otro lado en aquellos hombres y mujeres que vivieron una época determinada. Muchos fueron cayendo mientras él seguía tan incombustible como en sus años más jóvenes, aunque con los achaques de la edad: tenía problemas de vista y tenía que tocar sentado durante toda la actuación. Pero ahí estaba B. B. King, llamado por muchos Rey del blues y con el que todas las figuras musicales querían compartir escenario, bien fuera sus discípulos hasta Luciano Pavarotti. Ahí estaba un artista esencial para comprender el desarrollo de la música popular del siglo XX, el fascinante universo del blues original, nacido del mundo rural y electrificado a través de su Gibson hasta moldear un lenguaje impactante. Ahí estaba, en definitiva, B. B. King, memoria de un tiempo irrepetible, tal vez el último guitarrista que nos recordaba cómo empezó todo cuando queríamos hablar de blues.

Amanece que no es poco



Título original
Amanece, que no es poco Amanece, que no es poco
Año
1989
Duración
106 min.
País
 España
Director
José Luis Cuerda
Guión
José Luis Cuerda
Música
José Nieto
Fotografía
Porfirio Enríquez
Reparto
Antonio Resines, Cassen, Luis Ciges, Aurora Bautista, Enrique San Francisco, José Sazatornil, Pastora Vega, Chus Lampreave, Manuel Alexandre, María Isbert, Miguel Rellán, Guillermo Montesinos, Rafael Alonso, Antonio Gamero, Gabino Diego, Ovidi Montllor, Carmen de Lirio, Queta Claver, Fedra Lorente, Violeta Cela, Fernando Valverde (AKA Tito Valverde), Ferran Rañé, Arturo Bonín
Productora
Compañía de Aventuras Comerciales / TVE / Paraíso
Género
Comedia | Comedia absurda. Surrealismo
 
Sinopsis
Teodoro, un ingeniero español que es profesor en la Universidad de Oklahoma, regresa a España para disfrutar de un año sabático. Al llegar, se entera de que su padre ha matado a su madre y, para compensarlo de la pérdida, le ha comprado una moto con sidecar para viajar juntos. Así es como llegan a un remoto pueblo de montaña que parece desierto; lo que ocurre es que todos los vecinos están en la iglesia, porque la misa es un auténtico espectáculo. Padre e hijo asisten a las elecciones que se celebran cada año para designar alcalde, cura, maestro y puta. Además, al pueblo ha llegado un grupo de estudiantes de una universidad norteamericana, unos meteorólogos belgas, un grupo de disidentes de los Coros del Ejército Ruso e incluso invasores camuflados de un pueblo cercano. (FILMAFFINITY)
 
Premios
1989: Premios Goya: 3 nominaciones
 
Críticas
  • Surrealista y divertidísima película, "Amanece" es necesaria y contingente, que no es poco. O dicho de otro modo, es una obra maestra de la comedia delirante. Apenas hay guión, pero no importa; en este maravilloso pueblo que venera a Faulkner la lógica se ahoga entre carcajadas.
    Pablo Kurt: FILMAFFINITY
  • "Desternillante"
    Javier Ocaña: Cinemanía 
     
     

    amanece que no es poco


    Pocas películas del cine español han tenido tal repercusión en su público como Amanece que no es poco, filme que José Luis Cuerda estrenó en 1988 y que supuso todo un hito en la historia del humor cinematográfico de nuestro país. Acaba de ser elegida la mejor película del cine español en los últimos 60 años en una encuesta realizada en la Semana de cine Internacional de Valladolid. Su vigésimo quinto aniversario se presenta como una excusa perfecta para repasar sus virtudes, que no son pocas.

    1. Hiperrealismo versus surrealismo: como el propio Cuerda ha declarado, Amanece que no es poco no es una película surrealista sino que más bien “le pega un revolcón a la lógica” y trata de “fajarse con ella cuerpo a cuerpo y retorcerle el pescuezo hasta que vomite sus últimos argumentos”. De ese vis-à-vis nacen escenas como la de la asamblea de las mujeres del pueblo o la de las elecciones generales –donde, como anuncia el alcalde, “Hemos ganado los de siempre”–, que parece mentira que pudieran ser tan reales.

    2. La incorrección política: el realizador ha reconocido que hoy en día sería difícil que alguien rodase la película precisamente por esa falta de mesura que respira toda la cinta. Temas como el racismo (“Tú no eres negro, eres minoría étnica. Bueno minoría étnica y negro como un tizón”), la violencia de género (“Pero padre ¿Por qué mató usted a madre? Porque era muy mala”) o la religión (“¡Por orden del señor cura se hace saber que Dios es uno y trino! ”) serían ahora, paradójicamente, más difíciles de tratar con la misma soltura que hace 25 años.



    3. La Mancha y su gracejo: tendrían que pasar años hasta que otros manchegos como Joaquín Reyes y su cuadrilla de La hora chanante marcasen otro hito en la historia del humor nacional, pero Cuerda ya había dirigido los sentidos del público hacia la gracia natural de los nacidos en su tierra, característica y contagiosa como pocas. Hoy todos aceptamos “viejuno” como palabra habitual gracias a ellos, pero hace 25 años la película popularizó frases como “Alcalde, todos somos contingentes pero solo usted es necesario” que aún siguen teniendo vigencia chascarrillera en la actualidad.

    4. El cine dentro del cine: el propio pueblo funciona como un plató en el que todas las personas representan el papel que se les ha sido adjudicado en un ejercicio de metacine que sirve de metáfora de la realidad en la que, al fin y al cabo, todas las personas interpretan el papel de sí mismos. El claro ejemplo es el del personaje de Enrique San Francisco, que se pasa toda la cinta intentando cambiar de papel y cuando lo consigue le toca prácticamente el peor, invitando al espectador a dejar de lado las envidias y a apreciar lo que se tiene y no lo que se imagina.
    amanece que no es poco

    5. “No es lo mismo sacar las cabras al monte para hacer estampas, que plagiar a Faulkner”: en la línea del argumento anterior, hay muchas frases de la película que marcaron un hito como “un hombre en la cama siempre es un hombre en la cama” o “yo venía a hablar de Dostoievski”. No han cambiado el transcurrir de la historia pero seguramente hayan aportado gran satisfacción a todos los adoradores de la cinta que en algún momento las han pronunciado en voz alta y se han encontrado con la comprensión de un igual presente en la sala.

    6. Las consecuencias: detalles como que el propio gobierno de Castilla La Mancha, con motivo del vigésimo aniversario, ofreciese una ruta por los pueblos de la sierra albaceteña (Ayna, Liétor y Molinicos) en dónde se rodó la película permiten hacerse una idea de la relevancia de su calado en el público. Mención especial merece la iniciativa que cada cierto tiempo reúne a sus fans en la zona donde se rodó el filme para representar sus escenas, hacer proyecciones y pasar un buen rato entre amanecentistas de convicción
    7. El reparto: pocas producciones han reunido en sus créditos a tantos nombres esenciales de la historia del cine nacional como Amanece que no es poco. José Sazatornil, Cassen –quienes juntos protagonizan una de las escenas más célebres con su diálogo sobre el libre albedrío–, Luis Ciges, María Isbert, Gabino Diego o Chus Lampreave (garantía de calidad en una película) son solo algunos de los actores que dieron vida a los inolvidables y numerosos personajes de la cinta.

    8. La Bombi: mención especial merece Fedra Lorente, icono erótico de la década de los setenta gracias al destape cinematográfico, quien consiguió ser algo más que una chica del Un, dos, tres... (programa en el que alcanzó la fama definitiva) y a finales de los 80 no sólo había pasado por La Bola de Cristal –todo un acierto en el currículum– sino que también había interpretado a la turgencia en persona (y de Santander) en la película de Cuerda. Aunque después rodó con directores como García Berlanga o Miguel Albaladejo su carrera profesional siempre estuvo marcada por su voluptuosidad y su figura nunca ha llegado a reivindicarse en su justa medida.

    9. El libro: que Pepitas de calabaza ha editado coincidiendo con el aniversario, que incluye el guión original, un prólogo y un anecdotario del director además de escenas inéditas y fotografías del rodaje. Una chuchería en papel para todos y todas los amantes de la obra magna de José Luis Cuerda, que se presentará el martes 15 de octubre en el cine Callao de Madrid con la presencia del propio director, proyección de la película y “cena comunal (y turgente)” incluída.
    portada

    10. El director: sin él nada de todo esto hubiese sido posible. Gracias a su empeño se consiguió estrenar la película (en un principio iba a ser una serie para televisión pero fue rechazada) que además de un éxito en taquilla lo fue en el imaginario colectivo. Obras suyas son también El bosque animado (1987) y Así en el cielo como en la tierra (1995) –que pueden enmarcarse en la órbita del humor amanecentista– o La lengua de las mariposas (1999). Es gratificante comprobar que los años no han hecho mella en su ingenio, que puede seguirse diariamente en su cuenta de Twitter. Todos somos contingentes pero él es necesario.
    jose luis cuerda
    José Luis Cuerda con el ex presidente de Castilla La Mancha Jose María Barreda.
    Foto: Cordon Press
     

lunes, 18 de mayo de 2015

Disco de la semana (21) : Serrat en sus propias palabras


Serrat en sus propias palabras





De padre catalán y madre aragonesa, vine a este mundo sin proponérmelo el 27 de diciembre de 1943, en Barcelona, y crecí en el barrio obrero del Poble Sec, en la calle del Poeta Cabanyes.Padres-y-JMS-infancia-3 Mi padre, Josep, trabajaba en la Compañía del Gas, y mi madre, Ángeles, además de llevar la casa, contribuía al presupuesto familiar cosiendo. Tras la primaria y el bachillerato, me dio, no sé por qué, por estudiar agricultura. Supongo que el campo se me representaba como algo exótico y eso fue lo que empujó a un chaval de barrio como yo a cursar lo que hoy se llama Ingeniería Técnica Agrícola.
Por aquel entonces empecé a darle a la guitarra y con tres amigos formamos un grupo musical cuya aventura no llegó lejos. Yo había escrito algunas canciones (“Una guitarra”, “La mort de l’avi”…), y el 18 de febrero de 1965 me estrené con alguna de ellas en el programa de Escamilla Radioscope, de Radio Barcelona. Aquello fue mi trampolín, y de la mano de Escamilla llegué a Edigsa —compañía discográfica con la que grabé mis primeros discos— y me incorporé de inmediato a Els setze jutges; un grupo heterogéneo de gente que escribíamos y cantábamos en catalán.Salvador-Escamilla-1965-RBCNMis primeros discos, en 1965 y 1966, fueron un par de E.P. de cuatro canciones cada uno. Al año siguiente completé mi primer disco de larga duración con diez canciones que en septiembre ganaría el Gran Premi del Disc Català. Le siguió un tercer E.P. y, por primera vez, una canción mía (“Cançó de Matinada”) se colocó en el número 1 de las listas de España. Había abandonado mi estatus de “figura prometedora” y empezaba a tocar el éxito con la punta de los dedos.
Y en eso llegó Lasso, quien se iba a convertir en mi primer representante artístico hasta finales de 1975, que me llevó a firmar mi primer contrato en castellano y, más tarde, al festival de Eurovisión. En 1968, Televisión Española escogió para que la representase en el Festival de Eurovisión la canción “La, la, la” del Dúo Dinámico, y me designaron para cantarla. Si hacía poco Zafiro S.A. había publicado mi primer disco en castellano, abriendo la polémica, mi designación para representar a TVE en Eurovisión puso sal a las heridas. Cantar el “La, la, la” en catalán fue hasta el último momento una posibilidad, pero, pocos días antes del Festival, al preguntarle sobre el asunto a Juan José Rosón, el hombre de TVE que estaba al mando de la operación, este me respondió: «Serrat, ¿usted qué quiere ser, un artista internacional o un artista provinciano?» Al día siguiente presenté mi renuncia. Designaron a Massiel para sustituirme y, afortunadamente, ganó.
Cuando aún estaba el tema Eurovisión muy caliente, iniciamos con Tete Montoliu una inolvidable gira de la que la autoridad gubernativa procedió a suspender varios conciertos, y en la que nunca sabíamos, hasta el último momento, si podríamos tocar o no.JMS-1968-Grup-3Llegado el momento en que a Tete le resultó muy complicado compaginar su carrera de pianista de jazz con nuestras actuaciones, me presentó a Ricard Miralles, que me ha acompañado a lo largo de buena parte de estos 50 años. Apenas nos conocimos que Lasso ya nos estaba mandando a paso ligero a la carretera. Para el primer día nos firmó un doblete, tarde en Palma de Mallorca y noche en Benidorm, donde llegamos con la lengua fuera y más de una y dos anécdotas. Fue una prueba de fuego y, a partir de ahí, la expresión «Sobran dificultades» ha sido una de nuestras frases de cabecera cuando surgía algún problema.
Con Miralles viajamos juntos a América por primera vez. Cuántas expectativas… y, sin embargo, vistos los resultados, qué cortas se quedaron. El primer puerto al que arribamos fue Río de Janeiro, para participar en su Festival de la canción con “Penélope”, una música de Augusto Algueró a la que puse letra. En Buenos Aires se incorporaron Gabriel Rosales, Enric López y Enric Oliva, que junto a Miralles formaron el cuarteto con el que seguimos durante varios meses por Argentina, Chile, México, Venezuela… Fue la gira del descubrimiento, del asombro: «Serrat descubre América y América descubre a Serrat.» Un amor a primera vista de dos que, buscando su camino, se encuentran y crean un vínculo tan estrecho que hace que hoy se me reconozca como un latinoamericano de Barcelona.
Déjenme decirles que yo también sucumbí a la tentación de una carrera de celuloide, aunque reconozco que me esforcé poco en ella y creo sinceramente que mi mayor contribución al progreso del cine fue abandonarla. Protagonicé tres películas: Palabras de amor (1968), dirigida por Antonio Ribas; La larga agonía de los peces fuera del agua (1969), bajo la dirección de Paco Rovira Beleta; y Mi profesora particular (1972), bajo la batuta de Jaime Camino y guión de Juan Marsé y Jaime Gil de Biedma.
1971 fue el año de la aparición de Mediterráneo, probablemente mi disco más emblemático. Tengo de él los mejores recuerdos. Escribí sus canciones en una habitación del Hotel Batlle, en Calella de Palafrugell, y lo presentamos en el Teatre Victòria de Barcelona durante las navidades.70-Reportatges-Colita El grupo lo formaban Burrull, Oliva, Roda, Moraleda, Rosales y un cuarteto de cuerdas con Josep M. Alpiste, Joan Olivé, Joan Oliveras y Pere Busquets. Un lujo.
Desde 1969 viajábamos asiduamente a América, donde empecé a echar raíces y hacer amigos. En México conocí a la Gordita y a los Taibo, una familia de españoles en cuya casa se reunía habitualmente, alrededor de una fabada, lo más granado del exilio republicano y de la mexicanidad progresista.JMS-Y-Berry-2007Estaban Luis Buñuel, Max Aub, Luis Alcoriza, Juan Rulfo, Luis Rius, Luis Rejano y Mantecón, a los que nos uníamos los que andábamos de paso: María Dolores Pradera, Adolfo Marsillach, Víctor y Ana, yo y otros muchos que encontramos cobijo y calor en aquella casa. Chile, Perú y sobre todo Argentina empezaban a ser para mí lugares comunes.
En 1973 viajo por primera vez a Cuba, donde hacemos conciertos en el Teatro Roldán y en el Parque Lenin. Aquel mismo año, el 11 de septiembre, el general Augusto Pinochet encabeza un golpe militar que derroca y asesina al presidente Salvador Allende. Decido no regresar al país andino hasta que recupere la democracia robada.
En 1975 aparece “Piel de manzana” de manera casi clandestina, debido a unas declaraciones mías acerca de los fusilamientos de cinco militantes antifranquistas, y por las que me vi obligado a exiliarme a México, donde, a bordo de una motor home, a la que en honor de mi gran amiga María Elena bautizamos La Gordita, hice una gira de cinco meses.
El 20 de agosto de 1976 decidí volver a España. Estaba aún activo el Tribunal de Orden Público, pero a pesar de tener abierta una orden de aprehensión no fui detenido. Mi reencuentro con Barcelona fueron unos conciertos por distintos barrios de la ciudad, acompañado por Música Urbana, en un ambiente de ciudadanía recuperada: “Serrat als barris”. Y en eso conozco a Yuta, mi mujer, también llamada Candela, con la que acabaría por convertirme en un hombre casado.
Viví un tiempo sin techo fijo. Un día llegué al piso de Quico Sabaté para pasar allí la noche y mi estancia en aquella casa se prolongó más de un año.JMS-Yuta-Queco-y-Maria-1985Con Quico colaboramos desde Espira, la agencia de publicidad que dirigía junto a Alexandre Cirici, que en realidad escondía un nido de agitación artística, cultural y política. Con Quico Sabaté creamos una productora, Taller 83. Hasta su muerte en 2010, no hay proyecto de Serrat en el que no haya participado.
A partir de 1977, Josep María Bardagí se convierte en mi arreglador de cabecera y se inicia con él una larga relación como músico y arreglador.
En 1979 nace mi hija Maria y al año siguiente me quedo huérfano de padre.
En 1981 Miralles colabora conmigo en diversos proyectos: En tránsito (1981), Cada loco con su tema (1983), Fa vint anys que tinc 20 anys (1984), El Sur también existe (1985) —con versos de Mario Benedetti—, Sinceramente tuyo (1986) —grabado en Río de Janeiro con la colaboración de Gal Costa, María Bethania, Caetano Veloso, Raimundo Fagner y Toquinho— y Bienaventurados (1987). Entre un disco y otro tenemos tiempo para grabar un Serrat en directo (1984).
En 1983 fundamos con Quico Sabaté y Josep Maria Socias el ya mencionado Taller 83 S.A., productora desde la que se realizaron discos propios y ajenos, documentales, libros y programas de radio como La radio con botas.Con-Quico-Sabate Aquel año, además del fichaje de Maradona por el Barça, se produjo mi vuelta a la primera cadena de TV española, en un programa con Carlos Tena. Pero, sobre todo, llega por fin el día del deseado regreso a la Argentina y a Uruguay, donde aterrizo de la mano de Chiche Aisemberg y Les Luthiers, tras siete años de prohibición. Faltarían aún unos años más para que ocurriera lo mismo en Chile. En 1990 el Estadio Nacional de Chile estaba repleto. Un público más fiel que nunca cantó conmigo todas las canciones a lo largo de dos de los conciertos más emocionantes de mi vida. Gracias a la vida.
A la vuelta me puse a preparar La radio con botas, un programa que empezó a emitirse por Ràdio 4 de Radio Nacional en abril de 1991 y que era un resumen de los acontecimientos ocurridos en España y en el mundo entre 1940 y 1991, con vistas al 92. El 14 de noviembre de 1986 había nacido mi hija Candela, o sea que en 1992 estaba por cumplir seis años. Volviendo a los vaivenes de la banda, Kitflus, cuyo nombre real es Josep Mas, y que ya había formado parte del grupo musical, se incorporó como arreglador en 1991 y aportó a los discos y al directo un sonido más electrónico, con sintetizadores y secuencias. Entre otros, es responsable de los arreglos y la dirección de la Banda sonora d’un temps i un país (1996), un trabajo recopilatorio de las canciones más significativas de los tiempos de la Nova Cançó que me marcaron como persona y como cantante. Los únicos conciertos que celebramos en el Palau Sant Jordi de Barcelona fueron una auténtica fiesta popular, y por segunda vez, un disco mío en catalán, Banda sonora d’un temps i d’un país, se situó en el número 1 en las listas de ventas españolas.
De 1992 recuerdo especialmente tres conciertos. El primero de ellos, el 26 abril en la Plaza Bolívar de Bogotá, cuando los colombianos querían estrenar paz y salieron a la calle para exigírsela a los que hacen la guerra.Luna-Park-JMS-y-Miralles-Argentina-1984El segundo concierto tuvo lugar el 6 junio en la Plaza del Congreso de Buenos Aires. La lluvia se pasó toda la tarde amenazando con estropear la reunión, pese a lo cual acudieron más de 200.000 almas. El tercero fue el 9 octubre. Yo siempre digo que para todo artista un concierto es un concierto, da igual que sea en el pueblo más pequeño o en Nueva York. Bien, pues a mí me ocurrió en Nueva York y en el Lincoln Center con la boletería agotada. A la tercera canción noté que iba perdiendo voz, hasta que en cierto momento me quedé absolutamente mudo. Pedí al público disculpas por tener que retirarme del escenario y le aseguré que le sería devuelto su dinero; pero la gente me negó cualquier posibilidad de escape, de modo que si yo no cantaba cantaría ella. Fue increíble. Los músicos atacaban una canción, yo la iniciaba como podía y el público la continuaba hasta el final.
El año 1995 pasó como una mala ráfaga que dejó varias muertes cercanas. El Perich, Guillem d’Efak, Ovidi Montllor, Antonio Flores, Pugliese y, el 20 de agosto, mi madre.Palau-JMS-y-BARDAGI-1980En verano de 1996, iniciamos la gira con el espectáculo El gusto es nuestro, junto a Ana Belén, Víctor Manuel y Miguel Ríos. Dicha gira dio para un disco en directo y se prolongó al año siguiente por América. Seguimos en 1998 con Sombras de la China y en el 2000, con Cansiones. En el 2001 muere Bardagí. La gente le conocía como el Maestro Bardagí y durante muchos años tocamos juntos y fuimos más que amigos. Pese a ello, solo escribimos a cuatro manos una canción (“Malson per entregues”), una esquizofrénica «Pesadilla por entregas».
Avanzamos dos años. En 2003 le hago a mi amigo Joan Albert Amargós el encargo de preparar un concierto sinfónico con una selección de mis canciones. La idea es desnudarlas para volverlas a vestir con ropaje adecuado por una gran orquesta sinfónica. Durante el mes de septiembre se graba el disco con la participación de la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya y, en diciembre, con la misma orquesta, se presenta el nuevo trabajo en el Palau Sant Jordi.JMS-100x100-3452 A continuación, y a lo largo de 2004, se realizan una serie de conciertos con diferentes sinfónicas. En noviembre debo suspender la gira al ser intervenido de un cáncer de vejiga. «No estaré recuperado ciento por ciento —me dije— mientras no vuelva a subirme a un escenario.» Así que, en cuanto pude, llamé a Miralles y montamos un concierto de piano, guitarra y voz que titulamos 100×100, con el que, en 2005, primero, recorrimos el mundo, y después, en 2008 y 2009, recuperamos. Y en 2006 volví a grabar un disco en catalán, diez años después de Mô. Con este breve nombre conocen sus habitantes a Mahón, la capital de Menorca, donde tengo una casa con una ventana desde la que se ve el mundo, y donde muchas canciones han nacido oliendo a mar.
Siempre que nos juntábamos con Joaquín Sabina salía el tema: «Tenemos que hacer una gira juntos». Y un día la hicimos. Las apuestas estaban en que no íbamos a durar y, sin embargo, el concierto y el disco duraron y fueron un éxito. Tanto, que tuvo su remake en 2012, y en esta ocasión le dimos una vuelta de tuerca al proyecto, al escribir al alimón 2008-JMS_6382-bn un disco con nuevas canciones. Bajo la producción de Javier Limón, nos embarcamos con el disco La orquesta del Titanic, alrededor del cual construimos el nuevo espectáculo: Dos pájaros contraatacan. Fueron 34 conciertos que nos llevaron por Uruguay, Chile, Paraguay y Argentina, de los cuales 19 tuvieron lugar en el prestigioso Luna Park de Buenos Aires. Acabamos en la cancha del Boca Juniors, la famosa Bombonera, para luego continuar en España con otros treinta conciertos. Como bien dijo Sabina: «Este trabajo fue posible porque nuestras mujeres se llevan bien y porque en España está severamente restringida la venta de armas de fuego.»
Desde mi debut en el mundo de la música hasta la fecha no he dejado de escribir canciones, de grabar discos y de hacer giras por el mundo en los más variados formatos. JMS-biografia-2008 Un año sí y el otro también, mi objetivo ha sido escribir canciones nuevas para montar un nuevo espectáculo y salir de gira otra vez. Yo, por lo menos, todavía no he descubierto una manera mejor de pasar la vida que haciendo giras y cantando para la gente. Así que, en la medida en que la salud y el público me lo permitan, y gracias a mi mujer, que ha tenido la generosidad de tirar del carro de la casa, de los hijos y de los perros con el marido de gira, aquí sigo. Y ahora viene ya la gira con la que me propongo conmemorar mis bodas de oro con la canción.
Continuará.

JMS

Parejas...



CUENTAME

(Jose Sebastián)

Ahora lo recordaban con cierta simpatía siempre que  lo habían de volver a explicar a su hijo adoptivo cada vez que les decía:
—¡Anda, contadme aquello de cuando os despidieron a los dos del trabajo!
Y Paco le repetía lo de siempre, que en aquellos años grises las parejas de novios habían de solucionar sus urgencias venéreas en moteles discretos, lugares escondidos en el campo o en el interior de un vehículo, que además en su caso no era ni el suyo..
Lo más curioso es que ellos, para colmo de una más que acusada morbosidad, se alternaban para salir del Land Rover una vez acabado el acto, picar con los nudillos en la ventanilla del conductor, cuadrarse marcialmente con la mano en el tricornio y decir:
— ¿Saben que les voy a tener que denunciar por escándalo público?
Y tanto que lo sabían, sobre todo la noche en que aparecieron por detrás las luces del coche de su capitán.
En ese momento, el chaval y Manolo se echaban a reír a carcajadas.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Fábula


 FABULA DE ARTISTAS

Lo cierto es que el gato, con mucha paciencia, aprendió a ladrar. Ladraba con fuerza, con eficacia de perro adulto. Tanto ladró que se olvidó de sus maullidos. Entonces, las opiniones se dividieron entre quienes sostenían que se trataba de un gato falso y quienes, por el contrario, aseguraban que era un perro apócrifo. Nadie tenía en cuenta su virtuosismo, el estudiado empeño que exhibía cada vez que quería soltar un ladrido. Lo peor, sobrevino cuando los demás gatos lo tildaron de traidor, cobarde, obsecuente, cipayo, etc. El mismo rechazo obtuvo de los perros, para quienes era un vulgar imitador, un alcahuete, un arribista, un desarraigado, etc.
Con pesadumbre de artista postergado y vagando sin sentido, el gato llegó un día hasta mi casa. Poco nos bastó para comprendernos. Y decidimos vivir juntos, aunque ustedes no lo crean. Le conté mi drama: nadie quiere saber nada con un perro fino, delicado, que sólo emite maullidos de gato.
Orlando van Bredam
La vida te cambia los planes, 1994

lunes, 11 de mayo de 2015

Disco de la semana (20) : Greatest hits Creedence Clearwater Revival - John Fogerty


JOHN FOGERTY | ENTREVISTA

“La Creedence Clearwater Revival fue la mejor banda de la historia tras los Beatles”

El artista fundó la banda que revolucionó la música de raíces estadounidense




Difícil encontrar una risa tan contagiosa como la de John Fogerty (Berkeley, 1945), que desde su casa de Los Ángeles habla por teléfono con su voz de adolescente educado. “Disfruto con la música y soy feliz viajando por el mundo. No creo que pueda tener mejor situación”, asegura este cantante y guitarrista californiano, fundador de Creedence Clearwater Revival, posiblemente la mejor banda de rock norteamericano de la historia. Su alegría es el indicador más evidente de que, desde hace tiempo, el hombre que revolucionó la música de raíces estadounidense, pero que estuvo torturado por un conflicto legal con sus canciones, sólo mira hacia adelante.

Su último testimonio discográfico, Wrote a song for everyone (Vanguard, 2013), refleja este entusiasmo vital, rodeándose de viejos amigos y buenos discípulos para interpretar sus canciones más célebres. Camaradas como Keith Urban, Bob Seger, Kid Rock o Foo Fighters y los últimos acólitos de su impresionante legado al frente de la Creedence Clearwater Revival como Dawes, Zac Brown Band, My Morning Jacket o Alan Jackson dan forma a un jubiloso álbum en el que el country tiene gran peso. “Ha estado siempre presente en la psicología de la música de Estados Unidos. El rock‘n’roll le debe bastante, como se puede ver en sus primeros éxitos como Jambalaya y en pioneros como Elvis Presley o The Everly Brothers”, explica el músico, que actuaba este sábado en el ciclo Músicos en la Naturaleza, en Hoyos del Espino (Ávila).
El country ha sido uno de los grandes ingredientes con los que Fogerty ha creado su sabrosa obra, pero no el único. El sonido sencillo y adictivo que caracterizó a la Creedence... a finales de los 60 fue una mezcla fantástica de espíritu vaquero con rock sureño, rhythm & blues y swamp pop, ese desgarrador soul blanco a medio camino entre Louisiana y Texas. “Cuando éramos jóvenes sonaba esa música psicodélica y en boca de todos estaban Grateful Dead o Jefferson Airplane. No sentía que fuera mi lugar. Yo estaba en la música de raíces... no se nos dio tan mal lo que hicimos”, ríe.

Disfruto con la música y soy feliz viajando por el mundo. No creo que pueda tener mejor situación"


Desde el verano de 1968 hasta las navidades de 1970, la banda redefinió el mapa de la música popular cuando la contracultura estaba en su punto álgido. Entre las cuatro paredes de un garaje familiar, estos chicos de clase media del barrio de El Cerrito, a las afueras de San Francisco, alumbraron un catálogo asombroso de canciones de tres minutos, sustentadas en los riffs de Fogerty, tal vez el músico con la mejor colección de punteos de la historia después de Keith Richards, que entraban plenos y divinos, con ese poderoso aire blues, inspirados en sus referentes Steve Crooper y Bo Diddley. En poco tiempo pasaron de las emisoras universitarias a la radio nacional, arrasando en las listas. “Fuimos como un rayo de luz, un puro destello”, proclama Fogerty, que siempre supo que durante ese período mágico algunos les vieron como la gran respuesta americana a los Beatles. “Podemos”, bromea, “dejarles como la mejor banda de todos los tiempos y a la Creedence Clearwater Revival en el segundo puesto”.

El 'country' ha estado siempre presente en la psicología de la música de Estados Unidos"

Fueron la rebelión dentro de la revolución. Allí donde Jim Morrison y toda una legión triunfaban con su experimentación psicotrópica, su intelectualismo y sus citas de poetas franceses, Fogerty, que ni bebía ni fumaba, se encerraba en su habitación obsesionado con la imaginería del Sur, que le había llegado a través de las canciones de la radio. En su mundo habitaban personajes cotidianos, que buscaban salir adelante o divertirse. “Hank Williams fue una gran influencia porque te hablaba del entorno con la virtud de hacerte creer que te estaba hablando a ti”, reconoce. Su sonido pantanoso e irresistible, lleno de resonancias místicas, conectaba con el alma americana. Si en la literatura existe el concepto de Gran Novela Americana para referirse a esa obra que en su época captura con fuerza evocadora el mito de la narración humana de Estados Unidos, por el que han desfilado autores como Herman Melville, Mark Twain, Willilam Faulkner, John Steinbeck o Harper Lee, la Creedence Clearwater Revival ocuparía un lugar de honor en el de la Gran Canción Americana. Ellos señalaron con euforia un camino que luego seguirían Bob Dylan, The Band, Bruce Springsteen y decenas de músicos y bandas hasta nuestros días.
El hechizo se terminó en 1972, aunque Fogerty no imaginó que el sueño se convertiría en pesadilla, después de que el dueño del sello Fantasy, Saul Zaentz, se quedase con todos los derechos de sus canciones. Durante años cavó su propia tumba al romper relaciones con todos sus excompañeros, incluido su hermano: “Lo pasé muy mal. Entré en depresión. Me era imposible ser feliz”.

Con Creedence Clearwater Revival fuimos como un rayo de luz, un puro destello

Amargado y sin rumbo, inició una carrera en solitario en 1975 marcada por los tumbos, con trabajos interesantes como Centerfield y otros muy menores como Eye of zombie, hasta que la gira Vote for change, en 2004, junto a Springsteen y R.E.M, entre otros, para pedir la salida del presidente George W. Bush, y el disco Revival, en 2007, lo volvieron a conectar consigo mismo. “Desde entonces me siento más feliz. Ya no me embarga la ira cuando hablo del grupo”, dice. “Incluso no descarto la reunión de la Creedence. He leído que a los otros chicos —Stu Cook y Doug Clifford, su hermano falleció en 1990— les parece bien, así que no empieza a ser un problema para mí. Es cierto”, asegura entre risas.