domingo, 17 de septiembre de 2017

Quizás, quizás, quizás...






QUIZÁS, QUIZÁS, QUIZÁS…


     Antes de pedirme el divorcio y dejarme sin blanca, aún me recordó los tres minutos largos que empleé antes de decir “Sí, quiero”. Y de no decidirme en comprar aquellas acciones de bolsa que nos hubieran hecho más millonarios de lo que éramos.
     Me llamó inmaduro y pusilánime. Y se largó con un tipo que decía tener las cosas claras.
     De eso hace tres años y todavía no he decidido si utilizar arsénico o matarratas.

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