miércoles, 11 de octubre de 2017

La lechera del cuento





LA LECHERA DEL CUENTO

(Josep Sebastián)




 Resultado de imagen de la lechera de burdeos

Llevaba en la cabeza, una lechera su cántaro al mercado…

Al cruzar aquella calle pedregosa tropezó con un adoquín que sobresalía más de lo normal y el resultado fue evidente. Se dio de bruces en el suelo,  la leche se desparramó  y bajó calle abajo como una riera láctea ante la mirada de los transeúntes que acudían a sus compras.

Adiós leche, adiós huevos, adiós dinero. Adiós lechón, adiós vaca y ternero…

Daba la casualidad que allí se encontraba un picapleitos que la socorrió y la llevó al centro de salud más cercano. Resultado, fractura de fémur y ligamentos cruzados en la rodilla. La posterior demanda contra el ayuntamiento le permitió embolsarse una nada despreciable cantidad de dinero como para montar una pequeña granja de pollos, a la que siguieron dos de cerdos, y el negocio se convirtió en un holding al incorporar otras subcontratadas de vacas que lo convirtieron en la central láctea más importante del país.

Modera tu alegría, no sea que saltando de contento…

A los sesenta años, la lechera y el picapleitos que se había convertido en su marido meses después del incidente en el mercado, decidieron vender su negocio a una multinacional y hoy gozan de un retiro dorado entre Burdeos y una pequeña aldea de Galicia. Él se ha aficionado a leer a La Fontaine y Samaniego y ella a memorizar refranes españoles.

“No hay mal que por bien no venga” es su favorito.




No hay comentarios:

Publicar un comentario